RTVE: hacia los ecosistemas digitales

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La corporación pública española se encuentra en una encrucijada. Todo aquello denominado como digital marca ya el presente y el futuro más inmediato de los medios radiodifusores de contenido. Para evolucionar, RTVE debe dar un salto que hará temblar sus estructuras más asentadas a través de un gran cambio de mentalidad. ¿Cuál es el plan de acción de la televisión pública española? Nos lo cuenta Urbano García, director de Innovación y Digital de RTVE.
¿Cuánto hay de cierto en la afirmación de que la televisión debe digitalizarse para sobrevivir? Me sorprende que aún estemos dando vueltas a este debate. La TV o es digital o, simplemente, no es. Nosotros entendemos que si innovar es poner el mañana en la agenda del hoy, a la televisión le han arrancado varias hojas del calendario y está un poco desorientada. No encuentra qué día empezar el cambio. ¿Por qué no ha encontrado el día en el que hacer el cambio? Cambiar es hacer la transición real, la transición de un modelo mental analógico a un modelo mental digital. No basta con estar en la TDT o en plataformas. Creo que debemos entender cómo es el ecosistema actual para realmente implementar ese cambio, especialmente hacia la perspectiva de RTVE. ¿Existen reticencias? Sí. Existen como ente, como corporación, como empresa, como conjunto de trabajadores que durante muchos años han hecho prácticamente lo mismo. Nosotros, ahí, distinguimos entre una innovación ordinaria, que es hacer lo que hemos hecho hasta ahora pero de otra manera, y una innovación existencial, que es hacer cosas totalmente diferentes a las que hemos hecho hasta ahora. En este último apartado, estaría la idea de abandonar una visión telecéntrica de una empresa como esta. Entendemos que debemos caminar hacia una empresa de comunicación donde lo importante sean los contenidos y las historias, y no tanto los canales o las ventanas de difusión. Porque al final, ¿cualquier tipo de contenido es susceptible de ser reproducido en cualquier tipo de canal? Sí, pero con su narrativa y su propio lenguaje. Es decir, no podemos entender la digitalización como hacer una mera transposición de lo que emitimos en nuestros canales convencionales a los canales digitales. ¿Cuáles son los retos a los que debe enfrentarse la televisión pública ante el objetivo de la digitalización? En primer lugar, entender el nuevo paradigma y el ecosistema digital. A continuación, asumirlo. Y después, actuar en consecuencia. El reto más urgente, en el caso de RTVE, es simplemente tomar medidas para sobrevivir. Yo no puedo hablar de metaverso, blockchain, web 3.0, NFT, machine learning… ni tan siquiera de realidad aumentada o virtual cuando en RTVE aún no tenemos resueltas las grandes preguntas de esa transición. Debemos contestar a las siguientes preguntas: ¿vamos a seguir siendo una empresa broadcast tradicional de radio y televisión que, además y de forma colateral, produce digital? o ¿debemos ser una corporación multimedia de core digital entre cuyas actividades están la radio y la televisión de siempre? En la mayoría de los países europeos, sobre todo los nórdicos, esta ecuación de futuro ya está resuelta y avanzan desarrollando nuevos lenguajes y nuevas narrativas. Nosotros seguimos en una visión telecéntrica y telediariocéntrica de la realidad. Aún tenemos el 97% de nuestros recursos, tanto económicos como humanos, en lo que va en decadencia; la televisión de toda la vida. Solo un 3% de ellos están destinados a lo que va en auge, es decir, la dimensión digital. Es urgente hacer virar a este trasatlántico y no solo movernos de Facebook a Tik Tok para parecer modernos. Y entonces, ¿qué habría que hacer? Desde el Departamento de Innovación y Digital sugerimos una hoja de ruta que parta de la humildad de reconocer que caminamos hacia el abismo de la irrelevancia. Nos ve y nos escucha poca gente en relación a la que lo hacía antes. Desde ahí y con humildad, construir un nuevo modelo centrado en las historias, focalizado en la audiencia, mediante un proceso disruptivo que nos lleve a ser sociales antes que radiofónicos o televisivos, primero digitales y móviles, con sentido omnicanal y ofrecer una verdadera interacción con la audiencia, que es con la que tenemos que formar comunidades, aprovechando el progresivo desencanto de los ciudadanos con las redes sociales. Crear hilos con la gente. A partir de esta declaración de principios, yo no hablo de una renovación o transformación sino una reinvención del medio público, pasar de la intuición en la toma de decisiones a las medidas basadas en datos, derribando los silos tradicionales (televisión, radio y digital) y pensando que el futuro-presente es nuestra plataforma RTVE Play. Todo esto, en la teoría, está muy bien. No obstante para llevarlo a cabo hay que dejar de ser un “ministerio con antenas” y convertirnos en una empresa actual, ágil y adaptativa. ¿Esta transición ya se ha efectuado en otras televisiones? Todos sabemos hacia dónde debemos dirigirnos. Es decir, más o menos vislumbramos dónde está el futuro. Para llegar a ese futuro unos han iniciado el camino y otros no, y de los que lo han iniciado, unos lo han culminado y otros no. Mientras, sobre todo en los países del sur de Europa, seguimos preguntándonos si será bueno o será malo cambiar el modelo de manera tan radical. En los países nórdicos, no solo está ese debate sumamente sobrepasado, sino que allí ya están centrados en la evolución de eso, en llegar a todos los públicos, en todos los dispositivos, en todos los soportes y con todos los formatos. Si nosotros nos dedicamos a ser una empresa de comunicación para mayores de 65 años del ámbito rural, vamos a desaparecer con ellos. Por lo tanto, en un mundo global donde nuestra audiencia es social, móvil, digital y ubicua, nosotros tenemos que ser todo eso. El objetivo inmediato es sobrevivir y ser relevantes. Si me preguntas por el plazo, te diría para ayer. Nosotros, con la presidencia de Pérez Tornero, teníamos este plan diseñado. Empezábamos a marcar esos tiempos comenzando por la comunicación interna y ahora, con todo este proceso de cambio, hemos parado en seco. No obstante, el plan es válido, sea quien sea quien esté en la presidencia. ¿Cómo debe modificarse la infraestructura técnica para asumir estos planes? La transformación digital es más un cambio de mentalidad que tecnológico. Antes de plantearnos cualquier modificación, lo primero que hay que asumir es una mentalidad digital, establecer una cultura en la que las personas abordemos los problemas desde nuevos enfoques y donde el cambio no sea la excepción, sino la regla. Después, la modificación debería ser absoluta, no solo de la infraestructura técnica, sino también del organigrama, los flujos de trabajo, productos, servicios, generación de comunidades de interés, relación con el usuario, etc. ¿Dónde están los modelos nórdicos? Pues por ejemplo, la YLE finlandesa, está en un uso intensivo de la inteligencia artificial para conocer mejor a su audiencia. Pero no hay mayor innovación, por ejemplo, que la que hace SVT en Suecia. Sus redactores bajan al café más próximo y se reúnen con los ciudadanos para saber qué es lo que les interesa de la actualidad. Eso es innovación. Debemos empezar por ahí antes de hablar de avances tecnológicos. ¿Cómo debéis adaptar los recursos a estos planes? En este proceso hay dos departamentos que son clave: uno el de innovación y otro el de recursos humanos. Mantenemos una clasificación profesional y unas categorías del siglo XX cuando llevamos casi un cuarto del XXI ya transcurrido. No tenemos gestores de proyectos ni manager de producto, entendiendo este como la intersección entre tecnología, negocio y editorial. Tenemos que dirigirnos a nuevos perfiles. Estos deben reunir habilidades técnicas (que deberían enseñarse en facultades y centros de enseñanza), habilidades digitales (que, por su trascendencia, yo diferencio de las técnicas) y las llamadas soft skills, que para mí pasan a ser predominantes: organización y planificación, comunicación, aprendizaje continuo, orientación a resultados, inteligencia emocional, innovación, creatividad, liderazgo, colaboración, trabajo en equipo, compromiso, responsabilidad, además de lo que yo mismo considero más importante; la adaptación al cambio, justo la que más necesita un medio como RTVE. Lo que antes eran capacidades añadidas, ahora son requisitos. Esto deben empezar por entenderlo las fuerzas sindicales y los propios trabajadores. Después, todo el que ya esté incorporado y todo el que llegue nuevo debe formarse. Ya lo pueden hacer a través de nuestro Instituto [Instituto de Radiotele-visión Española]. Has mencionado al Instituto de RTVE, ¿qué programas de formación se están creando para formar sobre estos aspectos? A través de fondos europeos estamos poniendo en marcha el proyecto “HAZ”. Gracias a ello estamos renovando el Instituto. Buscamos un cambio radical de su formación. No solo de las materias, sino también del propio proceso de aprendizaje. En este aspecto, tratamos de incorporar métodos de formación híbridos, en los cuales hay presencial, online, etc. Con esta inversión vamos percutiendo sobre la base e tratamos de incorporar no solo de esas habilidades, sino del uso de sistemas de realidad virtual, realidad aumentada, etc. ¿Es necesario el trasvase de estas técnicas de vanguardia a la televisión del día a día? Lo que no podemos hacer es seguir jugando a las casitas. Tenemos que sobrepasar ya el contexto del experimento. Nosotros estamos probando desde hace mucho tiempo sistemas de paso de texto a voz. Queremos incorporarlo para las próximas elecciones. Teniendo en cuenta lo que se hace en Europa, mientras que otros broadcasters ya han incorporado estas herramientas, nosotros aún tenemos que darnos prisa en hacerlo. Por otro lado y como parte de la evolución de las técnicas, no podemos seguir solo siendo información. Esto es algo que por ejemplo ha interpretado muy bien el New York Times, que se plantea llegar a 15 millones de suscriptores atendiendo a todas las necesidades comunicativas de la gente: información, entretenimiento y formación. ¿Cómo puede ayudar la tecnología a la digitalización de un medio de radio y televisión público? ¿Qué papeles jugarán soluciones como la nube, la inteligencia artificial o el metaverso? La tecnología puede ayudar mucho, claro. Con la transformación tecnológica, incluyendo un uso ético de la Inteligencia Artificial o el Machine Learning, perseguimos aumentar el valor añadido de nuestros servicios y productos, automatizar o robotizar procesos, ganar en eficiencia, evolucionar nuestro modelo, sacar el máximo rendimiento de los datos… en definitiva, exprimir el potencial de las nuevas tecnologías. No obstante, el 5G “de verdad” será sensacional, la inteligencia artificial permitirá que las máquinas se ocupen de las labores mecánicas y repetitivas, etc. Pero todo tiene que venir acompañado de un por qué y un para qué, como ya hemos mencionado. Anteriormente has comentado que los medios tienen que incorporar esa competencia digital de los influencers y estos perfiles que funcionan en redes sociales, ¿existe algún tipo de reticencia por parte de los espectadores a verlos en la televisión? Diría que, realmente, no existe ya esa reticencia. No obstante, debemos ser hábiles incorporando e incorporándonos a este mundo. Por ejemplo, en Argentina hubo una televisión que al emitir el mensaje de fin de año del año pasado cogió a un youtuber, le vistió con traje y chaqueta, le puso las banderas detrás y lanzó un mensaje institucional. No solo se trata de eso. Debemos ir a buscar al público donde el público está. Y si el público joven está en Tik Tok, Instagram, Youtube o Twitch nosotros tenemos que ir allí. ¿Y una vez que lleguemos allí qué hacemos? Tenemos que adaptarnos, no podemos obligarles a consumir el producto con los códigos que lo hacemos para la emisión convencional. Tenemos que cambiar completamente. La propia estructura de la pirámide invertida que estudiábamos en la facultad está muerta, hay múltiples formas de hacer un relato a día de hoy. Pues esas son en las que nosotros tenemos que incidir. ¿Hay algún ejemplo de televisión pública que se esté adaptando a esos canales? En Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia… esto está a la orden del día. Lo han incorporado en muchísimos ejemplos, tanto en programas convencionales como en plataformas, medios para los que finalmente trabajaremos todos. RTVE Play es nuestro objetivo de desarrollo. Actualmente está evolucionando desde un sistema de contenidos a la carta hasta una metaplataforma —una plataforma base para otras plataformas—. Debe ser gratuita y de servicio público, con posibilidad de incorporación de terceros, que ofrece sus valores diferenciales en la información, los fondos documentales de RTVE, los servicios territoriales, la plataforma de eventos en directo, el extenso catálogo de series y documentales, la apuesta por las producciones cinematográficas españolas y europeas, la ausencia de publicidad, un nuevo concepto de participación ciudadana, la personalización en las diversas lenguas del Estado y la mejoría en la accesibilidad a productos y servicios por parte de personas con capacidades distintas. ¿Cómo va a destacar la televisión pública entre tanta competencia? Hemos de apostar por nuestros valores diferenciales pero con nuevas fórmulas. No podemos contar las noticias a gente que ya conoce las noticias. Tenemos que tomar historias, darles relevancia emocional, contexto, análisis, interpretación y difundirlas por todas las ventanas disponibles. También tenemos que liderar la formación, la alfabetización mediática y cubrir todas las necesidades comunicativas de los ciudadanos, que no son solo ni principalmente información. Nosotros no competimos con Netflix, Disney, Amazon Prime, etc. No jugamos a eso. Tenemos nuestro proyecto propio e independiente de servicio de contenido online. Pero, sin embargo, sí tenemos que tener cuidado en la competencia con influencers y medios onlines, sobre todo porque no debemos obsesionarnos. Hay ciudadanos, incluso más preparados que nosotros en determinados asuntos, que se han instalado su estudio en casa y emiten a nivel universal por la red. Seamos listos y atraigámoslo. Aprovechemos ese caudal y las comunidades que arrastran para incorporarlo a nuestro sentido existencial. De nada vale lo que hayamos sido antes. La situación actual es que tenemos una audiencia en La 1 que se mueve en torno al 8%, que nuestros telediarios bajan del millón de espectadores, que ese canal no es líder en ninguna Comunidad Autónoma, ningún día de la semana y en ninguna franja horaria del día. En la radio ocupamos la cuarta posición en el ranking. En la web ocupamos el puesto 43. En este contexto digital, cerca de una veintena de medios van por delante de nosotros. ¿Puede ser que se haya perdido esa parte de la audiencia y sea difícilmente recuperable? Yo creo que estamos haciendo grandes cosas, como por ejemplo en el Telediario de la noche, pero ahora mismo la gente está tan absolutamente alejada de nosotros que ni siquiera las ve. En los nuevos modos de consumo hay domicilios en cuyos salones ni si quiera está el televisor como elemento físico. Debemos hacer un cambio total. Parte de ese cambio, podría ser que una figura de referencia como Carlos Franganillo hiciera artículos en web, podcasts o retransmisiones en Twitter Space o Twitch. La dimensión del valor tanto de los perfiles que tenemos como del contenido tiene que trascender la televisión. ¿Desaparecerá la televisión en línea? No tengo la bola de cristal. Lo mismo en 10 años estamos consumiendo en un dispositivo que hoy no existe. Pero no podemos permanecer ajenos a los cambios. Como medio público debemos hacer el broadcasting “de toda la vida” para audiencias adultas y mayores, pero también “narrowcasting” para milennials y Generación X y “pointcasting” para la Generación Z y posteriores. Y, sobre todo, modificar nuestra forma de entender la televisión, trascenderla y usar la tecnología disponible para llevar contenido de fomración, información y entretenimiento a todos los públicos.

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